Soy el Dr. Juan Sebastián Guillén, especialista en Cirugía Plástica, Reparadora y Medicina Estética.

Mi vocación

Mi aspiración desde pequeño siempre fue ser médico. Desde los inicios de la carrera de Medicina ya nos daban la opción de hacer guardias en un centro de emergencias médicas. Por supuesto que no eran remuneradas ni obligatorias, pero te abrían un mundo de aprendizaje y experiencias.

Admiraba mucho a mi tía, que también es cirujana plástica, y quedaba impresionado cuando me contaba sus incursiones en este campo. Poco a poco empecé a inclinarme hacia la cirugía; me gustaba mucho entrar a quirófano. Viví y me formé en Brasil y en Nueva Zelanda, y posteriormente decidí venir a España, que cuenta con uno de los mejores sistemas de salud del mundo.

En el Hospital Vall d’Hebron me formé como cirujano plástico y reconstructivo, incursionando en el campo de la microcirugía, la reconstrucción mamaria, los pacientes oncológicos y traumáticos y por supuesto en la prestigiosa Unidad de Quemados. Posteriormente completé mi formación, ya en el área de la estética, en centros como Clínica Dexeus, Clínica Teknon de Barcelona y la Clínica Planas, con los mejores profesionales del país.

Durante toda mi actividad como cirujano he participado en numerosos cursos, talleres y congresos; tanto a nivel nacional como internacional. Haber visto de cerca y trabajado en tantos centros y con tantos especialistas me ha ayudado enormemente a crecer como profesional, aprender de sus errores y, en definitiva, a amar esta profesión.

Mis valores en la profesión

Mi principal prioridad es el paciente, como persona, como ser humano. Por lo que considero que lo primordial es el diálogo y la confianza.

Siempre intento seguir la línea de lo natural. Me considero una persona muy detallista, utilizando y desarrollando técnicas cada vez menos invasivas. Pienso que hay que ser honestos y sinceros con los pacientes para lograr resultados óptimos pero es importante ser capaz de sacar partido a los últimos avances y estar constantemente al día.

Porque al final del día, no hay mejor regalo para un cirujano que un paciente satisfecho.